4/11/07

El Caso Majorana


Nadie supo jamás el destino del pasajero que la noche del 25 de marzo de 1938 abordó el barco que cubría la ruta Palermo – Nápoles. La misteriosa desaparición apenas hubiera merecido una pequeña noticia en la sección de sucesos en un periódico local, de no ser que se trataba de Ettore Majorana, el físico más brillante de su generación.

Nuestro personaje desde muy niño despuntó como un superdotado para las ciencias. A los cuatro años de edad resolvía complicados problemas de matemáticas. Ettore Majorana había nacido en Sicilia en 1906 y a los 23 años se doctoró bajo la dirección del futuro premio Nobel, Enrico Fermi. Entró a trabajar en el grupo que Fermi lideraba y que estaba formado por jóvenes brillantes entre los que destacaban Bruno Pontecorvo, Erasmo Recami, y otro futuro Nobel, Emilio Segré.

Eran tiempos convulsos en la Europa de entreguerras, y de agitada efervescencia en física: la ciencia estaba develando la constitución del núcleo atómico. Majorana hizo aportes fundamentales para entenderlo.

Perfeccionista y crítico mordaz con él mismo y con los demás, se ganó el sobrenombre de Gran Inquisidor.

Majorana era reacio a la publicación. Apenas publicó nueve trabajos de unas seis o siete páginas cada uno, pero suficientes para delatar la profundidad y la capacidad de su autor.

En los años treinta su salud comenzó a deteriorarse. La gastritis lo consumía. Un agotamiento nervioso lo fue haciendo cada vez más introvertido y hosco, se alejó de sus amigos y prácticamente se convirtió en un ermitaño.

En 1937 comenzó a trabajar en la Universidad de Nápoles donde lo decepcionó la poca receptividad que tenían sus cursos.

En los primeros meses de 1938 sacó sus ahorros del banco y en marzo el joven físico de 31 años abordó el barco que cubría la ruta Palermo-Nápoles y desapareció para siempre.

El veredicto de la policía fue suicidio. Un par de enigmáticas cartas y un telegrama previos, no hacen sino aumentar la confusión. Hay quienes sostienen que ingresó a un monasterio. La viuda del escritor Miguel Angel Asturias afirmó haberlo conocido en Argentina en la década de los sesenta, pero la información no pudo ser confirmada.

La vida y tal vez la muerte de Ettore Majorana encierra más preguntas que respuestas. Tal vez nunca conozcamos la verdad del caso Majorana, una mente descomunal, una mente atormentada que invocó las palabras de Enrico Fermi: "… están los genios como Galileo y Newton: Ettore fue uno de ellos".

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