4/11/07

El Factor Humano


Somos parientes del mono, de acuerdo, pero ¿cuánto nos hemos alejado de él?

Muy recientemente, en agosto de 2006, la comparación de los ADN del chimpancé y otros animales con el humano permitió a un grupo de investigadores de la universidad de California identificar la sección del ADN a la que le debemos nuestra condición de humanos.

El ADN es una larga hebra guardada en los núcleos de las células, formada por moléculas de las bases o nucleótidos Timina, Adenina, Citosina y Guanina, usualmente identificadas por sus iniciales. El ADN humano tiene unos tres mil millones de bases. Como en un texto, en el orden exacto de las bases a lo largo del ADN esta contenida toda la información genética.

En el ADN los investigadores lograron identificar un fragmento de 108 letras, agrupadas en dos genes, que parecen controlar el desarrollo cerebral.

De los 15 millones de diferencias halladas entre el genoma humano y el del chimpancé (nuestro pariente más cercano), la inmensa mayoría son aleatorias, es decir, sin importancia en cuanto a apariencia o capacidades. Para identificar los cambios interesantes sucedidos durante la evolución, los investigadores comenzaron por buscar los fragmentos de ADN que fueran idénticos o casi idénticos en ratones, ratas y chimpancés, que comparten un ancestro común hace unos 80 millones de años. La invariabilidad de esas secciones de ADN durante ese largo lapso indica que ellas son cruciales para la supervivencia.

Pero al comparar con el ADN humano se hallo que la secuencia mencionada de 108 letras integradas en dos genes había sufrido en éste un cambio brusco. Se observó, por ejemplo, que entre chimpancés y pollos, con un ancestro común hace 350 millones de años, existen solo dos diferencias; mientras que entre chimpancés y humanos, separados hace solo cinco millones de años, se observan dieciocho cambios.

El estudio, hecho con porciones de tejido cerebral de fetos humanos, mostró que uno de los genes identificados se manifiesta contundentemente en células fundamentales para el diseño y desarrollo de la corteza cerebral de los mamíferos, por lo que puede ser crucial para las diferencias entre el cerebro humano y el de otros mamíferos.

La noticia no deja de ser un alivio para el magullado orgullo de nuestra especie, cuya parentela hasta con un rastrero gusano ha sido puesta en evidencia con los estudios de genomas.

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