4/11/07

El Padre De La Bomba Atómica



Los físicos hemos conocido el pecado” Tan terribles palabras fueron un mea culpa a raíz de la explosión de las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki. Tan terribles palabras fueron pronunciadas por Robert Julius Oppenheimer, el Padre de la bomba atómica.

Robert Oppenheimer, nació en 1904, en Nueva York. De refinada educación, cultivó el aprendizaje de idiomas, poesía, filosofía oriental y clásica. Estudió física en Harvard, Cambridge y Gottingem bajo la tutela de físicos tan prestigiosos como Ernst Rutherford y Max Born.

Como físico su nombre se asocia con contribuciones a la mecánica cuántica y a la teoría de la relatividad. Descubrió la ecuación del equilibrio estelar en estrellas muy densas, y sentó las bases para el estudio del colapso gravitacional y los agujeros negros.

En 1941 fue llamado a dirigir el Proyecto Manhattan, con la misión secreta de fabricar una bomba atómica. Tuvo bajo su responsabilidad a más de cinco mil científicos ingenieros y técnicos. Su enorme prestigio como científico, combinado hábilmente con las virtudes del gerente, garantizó el éxito del proyecto. Un éxito abominable: en agosto de 1945 dos bombas atómicas, la más letal de las armas, destruyeron Hiroshima y Nagasaki.

A raíz de la explosión, Oppenheimer recordó el Bhagavad Gita, poema épico hindú: "Me volví Muerte, el destructor de mundos." Vivió con un profundo sentido de culpabilidad, y luchó denodadamente, desde la Comisión de Energía Atómica, por el uso pacífico de la energía nuclear recién descubierta.

Se opuso abierta y controversialmente al desarrollo de la bomba de Hidrógeno, la bomba de fusión, mucho más poderosa que la de uranio. Su antiguo colaborador, Eduard Teller se hizo cargo y Oppenheimer perdió poder. Su vinculación con círculos intelectuales de izquierda, su apoyo abierto a la república española durante la guerra civil, un affaire de juventud con una militante del partido comunista y su oposición a la bomba termonuclear, lo convirtió en víctima de la persecución macarthista. Aunque no lograron declararlo culpable, fue removido de la Comisión de Energía Atómica y no tuvo acceso a secretos militares. La intolerancia y la libertad científica no suelen llevarse bien.

En 1963 su figura fue reivindicada cuando el Presidente Lyndon Johnson le confirió el premio Enrico Fermi.

Robert Oppenheimer conoció el pecado, pero su entereza y su carácter complejo y profundo pudieron redimirlo.

Falleció en el año 1967 de un cáncer de garganta.

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