4/11/07

Hágase La Luz


Casi todo lo que conocemos del universo lo conocemos gracias a la luz. La luz es portadora de una información valiosísima acerca de los objetos que la emiten o la reflejan. Aprender a decodificar la información que ella trae consigo es vital para establecer teorías y comprender el mundo físico. Por eso los científicos han hecho un enorme esfuerzo para entender el comportamiento y la naturaleza de la luz.

Aprendimos que la luz es un campo electromagnético oscilante, emitido por cargas eléctricas aceleradas, por ejemplo electrones, y que es capaz de viajar en el vacío. También sabemos que la luz visible, formada por los diversos colores del arco iris, es apenas una parte de una extensa familia de radiaciones electromagnéticas que incluye a las ondas de radio, las microondas, la radiación infrarroja, la luz ultravioleta, los rayos X y los rayos gamma. Nuestros ojos no detectan estas radiaciones pero hemos aprendido a construir telescopios y detectores que captan estas otras frecuencias y podemos mirar el universo en esas otras bandas.

Sabemos que los átomos de los elementos químicos emiten luz o radiación a determinadas frecuencias, formando una suerte de código de barras llamado espectro, que identifica a cada elemento. Así podemos conocer la composición de las estrellas.

Aprendimos que la luz está formada por partículas individuales llamadas fotones que se mueven a la máxima velocidad posible: la velocidad de la luz, que es por lo tanto una constante universal. Entender esto llevó a la teoría de la relatividad y a un mejor entendimiento de nuestras nociones de espacio y tiempo. Cuando vemos estrellas o galaxias, las vemos como eran cuando emitieron la luz que hoy nos llega; por eso detectar la luz de objetos distantes es una forma de viajar al pasado y conocer cómo ha evolucionado el universo.

El espectro de la luz de galaxias lejanas nos indica que ellas se alejan de nosotros: es la luz mostrándonos la expansión del universo.

El universo contiene una radiación uniforme de microondas, llamada radiación cósmica de fondo, vestigio de un universo joven y muy brillante. La radiación cósmica y sus detalles permiten conocer valiosos datos acerca de la geometría y composición del universo.

Tan prodigiosa como la luz misma, es la habilidad de la humanidad para reconstruir una historia cósmica, de la que somos hijos, observando las luces que nos envían los objetos del universo.

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