23/11/07

La Noche Oscura Y La Paradoja De Olbers


¿Qué afirmación puede ser más evidente que decir que la noche es oscura? Y sin embargo, tras la inocencia de esa frase se esconde una verdad de profundas consecuencias cosmológicas.
Ya Kepler en 1610 había notado que si el número de estrella es ilimitado, en cualquier dirección que miremos debíamos toparnos con alguna, y por tanto el cielo nocturno debería de ser brillante.
La observación de Kepler fue advertida por el astrónomo Halley en la época de Newton, y más tarde, en el siglo XIX, discutida de manera muy precisa por Olbers. Desde entonces se le conoce como la Paradoja de Olbers.
Si suponemos que el universo en infinito, estático, y uniformemente poblado de estrellas que han existido eternamente, entonces resulta que la luz de todas ellas iluminaría intensamente cualquier punto del espacio. De la misma manera como en un bosque extenso, en cualquier dirección que miremos siempre nos encontraremos con el tronco de un árbol, en un universo así, en cualquier dirección siempre encontraremos una estrella, por muy alejada que esté. La bóveda celeste sería insoportablemente brillante, con una temperatura de unos 6000 grados, como la superficie del sol.
Naturalmente, esto no ocurre así. De allí el carácter paradójico de la observación. La lógica del universo newtoniano conduce a una contradicción con los hechos difícil de resolver.
Una o varias de las suposiciones hechas tiene que ser falsa.
Ocurre que las estrellas no han existido desde siempre: la suposición de que las estrellas han existido eternamente, es falsa. De acuerdo con la cosmología actual, las primeras estrellas se formaron unos 400 millones de años después del big bang, hace unos 13 mil millones de años. La luz de las estrellas muy distantes aún no ha tenido tiempo suficiente para llegar a nosotros. El universo puede ser infinito, pero el universo observable tiene un tamaño finito. El cielo nocturno es oscuro porque nos llega la luz tan sólo de un número limitado de estrellas, y esto es así porque estrellas y galaxias no han existido por siempre. Asombrosamente una explicación en estos términos fue hecha por el escritor inglés Edgar Allan Poe en su poema Eureka.
La ciencia recorre caminos curiosos. La inocente observación de la noche oscura nos estaba revelando la respuesta a una pregunta que no estábamos formulando. La noche oscura nos hablaba del big bang y no lo sabíamos.

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